viernes, 25 de abril de 2014

De corceles y peonzas



A veces me lleva galopando en  una montura de un corcel desbocado y me dejo llevar, subida en  una peonza que ha empezado a girar y coge mas velocidad hasta prometerse no parar nunca. 

Y me gusta la sensación de acción trepidante.Galopa y gira, galopa y gira.

Pero el caballo no deja de galopar para pasar al trote o al paso. En su carrera termina tirándome al suelo y arrastrándome enganchada en la silla, y la peonza gira y gira a mayor velocidad y me marea en sus giros, pero no me suelto.

Entonces tengo que liberarme del caballo y bajarme de la peonza.

Y el cambio de velocidad hace que me estampe contra el suelo.

Cuando mi cabeza es consciente del golpe ordena a las manos que quiten el polvo que ha ensuciado mi alma, mi deseo es seguir al galope y girar agarrada a la peonza. 
El sentimiento es vacío. Perdí mi caballo y mi peonza por mi mala cabeza.

Lloro su perdida, busco un espacio. Vienen la angustia y el vacío. 

Y me prometo no dejar que me domine el  galope del caballo ni el giro de la peonza...hasta la próxima.

Sigo siendo equilibrista.

2 comentarios:

  1. Los textos son creados por tí? escribes muy bien

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    1. Si, son míos, los echo al aire encerrado de un blog para que otro aire, como viento transportador, los lleve a las nubes.
      Gracias

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